lo que dice Martínez que retrocedió por la misma vereda por la cual había venido dos o tres pasos a fin de mantener en medio el eereo, avanzando entonces Quiroga ya de frente, por cuya razón dió un salto hasta el borde de la neequia que costea la calle y desde allí, asustado, ante la actitud hostil de su agresor, sacó su pistola y le hizo un único disparo, sin detenerse a comprobar su resultado. A pesar de que esta relación es ratificada ante el Juez diez días después, agregó ciertos ° nuevos detalles, En su primera declaración dijo que se encaminaba a la casa de un zapatero, pero luego ratifica que no iba allí directamente sino a lo de su cuñado, previamente.
Quiroga habría proferido un insulto más grave; le habría salido éste al encuentro cuando retrocedía, el disparo lo habrín herido "medio de costado y por sobre su hombro izquierdo", apuntando hacia un Jugar no determinado, pero más o menos hacia Quiroga, a quien no habría querido herir sino asustar, "°pero con tal mala suerte que lo hirió". Aclara que entre ambos mediaban unos tres metros de distancia, y un cerco de ramas, con línea de alambre, de altura de un metro y veinte centímetros. A pregunta directa sobre cómo le había salido Quiroga al encuentro, hace dichas aclaraciones y reconoce que la víetima no salió de su huerta pero que le amenazaba con la pala "como para tirársela". El examen crítico de estas manifestaciones convence de que no dice el declarante la verdad. Si bien uno de los testigos que menciona conocía la enemistad entre los protagonistas —Salvador de Angelis, fs. 22 vuelta— no aparece conocer ni menciona detalle alguno relativo a la supuesta prepotencia de Quiroga, ni nadie tiene noticias de las actitudes atribuidas a éste (ver parte de fs, 22 y declaración de Rodríguez, fs. 29 vta., ete.), que si fueran reales, el conocimiento de los antecedentes judiciales del e es lógico suponer que hubieran provocado conflicto inmediato. Más lógico aparece en cambio que el matador ha sido a la larga ofendido por su víctima al no pagarle y que ha maquinado la venganza a que lo conducía su natural demostrado. La necesidad de armarse para ir al barrio llamado Mataderos, donde ocurre el sueeso, no aparece manifiesta, desde que había vivido allí hasta tiempo antes y sin acostumbrarse a cargar armas. La mujer Juana Godoy, que se había unido en concubinato con Quiroga días antes, declara a fs. 18 vuelta que presenció el suceso; que estaba esperando que su compañero se desocupara para cenar, observando su trabajo desde el corredor de la casa; que en eso vió a un hombre bajito que venía por la vereda, detenerse y hacer un disparo contra aquél
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Año: 1950, CSJN Fallos: 216:423
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