debe ser enucleado por presentar un peligro para el ojo derecho por oftalmia simpática y reacción de Herzenmeyer. Eseojosufrióuna fuerte infección postquirúrgica que le produjo la eventración de la herida y vaciamiento parcial einfiltración en parénquima de la córnea con leucoma que comprueba el cuadro infeccioso. Se apoya para efectuar este diagnóstico en un certificado del doctor Vladimiro Golovin. Se trata —dice- de "un caso de mala praxis generado por un problema de error odefecto de técnica quirúrgica". Prueba dello es la manifestación del doctor Sartorio referente a la "membrana pupilar", patología que evidencia una mala técnica ya que ese fenómeno se produce por la introducción y crecimiento detejidos superficial es del ojo dentrodelaherida a consecuencia de un defecto de sutura o problema similar. Ello explicaría la "uveítis postquirúrgica", inflamación generada por algún tipo de proceso infeccioso desarrollado con posterioridad a la operación.
Realiza consideraciones acerca de la responsabilidad de cada uno de los demandados cuyas características define en cada caso. Precisa la naturaleza de los daños por los que reclama y su cuantía.
11) A fs. 71 y ante la declaración de incompetencia del juez federal de San Martín (fs. 63/64) esta Corte asume su competencia originaria.
111) A fs. 92/103 se presenta Alberto Miguel Sartorio. Niega los hechos denunciados por el actor y expone su propia versión. Reconoce que operó a Amaya el 22 de enero de 1991 y que seledioel alta al día siguiente ordenándosele concurrir a control por consultorios externos unos días más tarde, indicación que el paciente desoyó. Este abandono del tratamiento —dice— implica una dara negligencia o descuido que bien pudo provocar consecuencias irreversibles y que de ninguna manera pueden serle imputadas. La complicación constatada un mes y medio después podría haber sido tratada y las consecuencias mucho menores o no habrían existido. Este abandono, ocultado en el relato que efectúa el actor, es la causa básica de su patología posterior.
Agrega que el 7 de marzo de 1991, al retomar contacto con el paciente, advirtió la presencia de una membrana pupilar posiblemente como consecuencia de una "uveítis" no tratada. Asimismo se constató tensión ocular normal y no se manifestaron signos de infección. La buena técnica —afirma-— indica que el paciente debe mantener el ojo
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Año: 2001, CSJN Fallos: 324:147
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