presenta Amaya (fs. 486 vta./487), tesis a la que adhiere. Esa "uveítis" fue, a su juicio, "tórpida quizás con gérmenes poco virulentos en el caso de haber sido infecciosa, que no provocaron un cuadro agudo que obligara al actor a concurrir, sin falta al control médico". Esa situación se vio agravada —continúa— por cuanto según la historia clínica no hubo control por oftalmólogos desde el 23 de enero al 7 de marzo de 1991.
Señala, asimismo, las consecuencias de la "uveítis", pero sostiene que la causa del cuadro actual que presenta Amaya proviene "de no haber recibido asistencia médica de acuerdo a lo que surge dela documentación clínica de autos en los días cruciales del postoperatorio inmediato y mediato", lo que el experto atribuye a la negligencia del paciente ya que su alegación de que una huelga impidió que lo atendieran no resultó probada y tampoco le privaba, de ser así, de efectuar otras consultas. Sobre este punto, el expertoinsistea fs. 540/542, donde sostiene que "las uveítis postquirúrgicas notratadas, sean infecciosas o no, llevan normalmente a la ptisis bulbis como sucedió en el actor" (fs. 542 vta).
Cabe señalar que ninguna refer encia contiene el escrito de demanda acerca de alguna razón fundada que permita controvertir la ausencia de control y tornarlainimputableal actor. Los 45 días que transcurrieron desde la operación hasta la nueva visita del 13 de marzo de 1991 impidieron al médico -dice el doctor Costa— tomar las medidas necesarias sobre complicaciones producidas en ese lapso que no pudo constatar y reitera, calificándola de incomprensible, "la negligencia del paciente para consigo mismo, que deja sin control una operación importante del ojocomoesla de cataratas" (fs. 491 vta.). Cabe señalar que el doctor Scarpello, testigo propuesto por el actor y que lo atendió, destacó a fs. 379 la importancia de la conducta del paciente en el postoperatorio, período de igual significación que el acto quirúrgico.
En otroorden deideas, el experto sostiene que no hay "elementos para determinar que un error de técnica quirúrgica produjo el estado actual del ojo, para atribuirlo como consecuencia directa del resultado de la operación" (fs. 489) y que tampoco caben observaciones sobre la conducta médica del doctor Sartorio (fs. 492).
3) Que en tales condiciones cabe concluir que la conducta del actor en el caso (art. 1111 del Código Civil) y la falta de acreditación de la mala técnica quirúrgica privan de sustento al reclamo.
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Año: 2001, CSJN Fallos: 324:150
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