Desde ese momento reanudó su labor con igual empeño, dedicación y eficiencla. Sín agravios ni rencores, que no cabían en su alma moble y no condecían con su ingénita bondad, trabajó sin desmayo y con lucidez y acierto en los arduos asun tos que tuvo que estudiar y jurgu y mí lo hizo hasta el día final, dando un alto ejemplo cívico de cómo se cumplen las augwstas funciones que la Nación encomienda a sus magistrados.
Fue el Dr. Bidau jefe de familia ejemplar, amigo leal, profesor respetado y querido por sus discípulos y juez dignisimo. Su nombre queda inscripto entre los jueces que han dado lustre a la justicia argentina y su muerte deja hondo vacio en la Corte Suprema, que le rinde reverente y emocionado homenaje.
Amigo mio. Años de labor conjunta en la Cámara Federal y en la Corte anudaron entre nosotros una verdadera amistad e hicieron nacer mi respeto sincero por sus condiciones caballerescas, su vida virtuosa, la bondad de su espíritu y la nobleza e independencia de su carácter. Ello hace particularmente dolorosa para mi esta despedida.
Que el Señor Todopoderoso le conceda la paz de los justos.
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Año: 1970, CSJN Fallos: 277:109
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