Señores:
Al haber reseñado conceptos de tan hondo arraigo en el espíritu de nuestro compañero que ha emprendido el viaje eterno, rindo tributo a las múltiples capacidades de su personalidad que hemos podido conoser en la diaria exposición de aus ideas, tanto en el contacto oficial como en el amistoso. Su recuerdo permanecerá, en nuestra memoria y en la de todos los que disfrutaron de su trato cortés y señoril como un ejemplo de hombría de bien y de dignidad en el Poder Judicial, El destino ha dispuesto que, u los dos años cabales de haberse incorporado a la Corte Suprema desaparezca, joven todavía, y con grandes condiciones, tantas que, en ene breve lapso destacó su personalidad trasuntando un eriterio jurídico elaro y hondo, habiéndose dedicado por entero al noble empeño de servir a la justicia.
La amable sencillez de su trato era permanente tanto en la conversación como cuando exponía serenamente sus puntos de vista doctrinarios sobre las más serias cuestiones. De una gran entereza como ciudadano, llevó ese virtud al alto Tribumal y la conservó hasta los últimos instantes de su vida soportando estoicamente la dolencia que le ha vencido, pensando + siempre en los suyos más que en sí mismo.
Hombre representativo del momento estaba consnbstancindo íntimamente con la nueva trayectoria que está siguiendo la República al impulso de los ideales que la orientan y de la voluntad realizadora que la gobierna. Porque era un espíritu selecto y fuerte pudo pasar sin vacilaciones y sin riesgos de la ncción apasionada de la política a la silenciosa meditación sobre los problemas jurídicos que resolvía con claro eriterio y humana comprensión.
Esta ligera enunciación de sus grandes condiciones sirva de inmediato ejemplo a los pequeños hijos que deja sin la protección de su cariño y de su dirección, y mitiguen un tanto el legítimo dolor de la esposa a quien mucho amó.
En nombre de la Corte Suprema de Justicia de la Nación despido al Ministro y al amigo con el solemne compromiso —invocando a Dios— de que honraremos a Justo Lucas Alvarez Rodríguez haciendo honor a nuestra investidura con la misma dignidad con que la llevó él.
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Año: 1949, CSJN Fallos: 214:315
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