- Esta denominación zoológica se da por los timadores a ciertas monedas doradas, que aparentan ser de oro de ley, cuando en realidad son de cobre, que se hacen relucir llamativamente. Operan dos timadores, uno de los cuales representa ser persona respetable por la edad, y otro un muchacho joven, inexperto y atolondrado^ que actúan al principio por separado. Las estaciones, las inmediaciones de los puertos son los lugares predilectos en este timo, por la desorientación de los que llegan o la premura de los que parten. Elegida la víctima, el timador respetable, que simula no conocer la población, se dirige al escogido para el caso. Cuando ya entablan conversación, por lo general fingiéndose coterráneo, se acerca el timador joven, con un paquete o cartucho donde lleva las monedas que dice haber encontrado y no saber si son legítimas. Entonces, el timador principal, por medio de señas o apartes, convence al extraño de que son efectivamente buenas; pero que no deben declararle al joven su verdadero yalor, sino adquirirlas a muy bajo precio. Le recuerda al presunto timado que el oro escasea y tiene alto valor en cambio, y convence al incauto de que debe asociarse por mitad en tan lucrativa operación. De no aceptar el extraño, todavía se intenta un timo subsidiario, la de que preste al confabulado una suma de dinero, para entregársela al joven, mientras el compinche va a su casa o foíida cercana a buscar el dinero anticipado. En uno u otro caso, tal es el momento- de la desaparición de los timadores, por distintos caminos.
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