- Esta denominación poco convincente da ba el Cód. Civ. esp. a la comunicación respetuosa que los hijos mayores de edad, y dispuestos a contraer matrimonio, debían hacer a sus padres, y a la autorización de los mismos. En caso de no obtener tal aprobación o ser desfavorable la respuesta, el único efecto era el dilatorio de tres meses en cuanto a la celebración de la boda (art. 47).
El consejo debía acreditarse al tramitar el enlace conyugal, mediante documento autorizado por notario (art. 48). " Ninguno de los llamados a prestar consentimiento o consejo está obligado a manifestar las razones en que se funda para concederlo o negarlo, ni contra su disenso se da recurso alguno", decíael art. 49 con fórmula de arcaico rigor, que no desdice de la imponente patria potestad del pater familias romano.
Las consecuencias de infringir el plazo dilatorio o de omitir la solicitud del consejo paterno eran graves en el régimen económico del matrimonio; porque, en el vincular, el matrimonio era perfectamente válido. Los contrayentes perdían la facultad de celebrar capitulaciones matrimoniales, y hasta se les negaba el régimen legal del Cód., con absurdo rencor contra sí mismo. El matrimonio se entendía contraído con absoluta separación de bienes y percepción separada de frutos, pero con proporcional contribución a las cargas del matrimonio. Otra áspera disposición era la de prohibir entre los cónyuges toda donación y herencia. En su terrible saña, el despechado legislador esp., en este cáso, no admitía la posibilidad del perdón paterno. Ante esto, que consideramos una laguna legal, los tribunales tendrían amplio campo para la benevolencia, que sólo sería equidad.
Tan anticuado precepto del consejo matrimonial para los hijos mayores fué suprimido de raíz por el régimen republicano español; y, tras especial situación luego de 1939, la reforma parcial del Código en 1958 ha enterrado esta limitación, (v. LICENCIA PARA CONTRAER MATRIMONIO.)
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