Señores Magistrados Nacionales y Provinciales:
En nombre de la Corte Suprema agradezco a cada uno de vosotros la presencia en este acto que adquiere con ella todo su sentido. Acabo de decir que tiene por objeto reiterar solemnemente la voluntad de justicia que debe animarnos, renovando la conciencia de la responsabilidad que comporta la misión judicial. No estamos aquí para jactarnos de ella sino para confrontar nuestra pequeñez con su altura, y es natural que este momento de comunidad en el cual se nos hace patente la fundamental unidad de la justicia de todo el país —porque ser juez es una misma cosa en todas las jurisdicciones, en todos los fueros y en todos los grados de la jerarquía judicial—, lo primero que sintamos sea la confortación de estar juntos, confortación que suple muchas flaquezas porque el hombre es siempre, no importa cual sea la eminencia de su posición o su destino, un ser social. No hay fin que pueda aleanzar plenamente fuera de la comunidad, y sobre todo —es natural—, fuer. del ámbito a que lo adscribe la función especial que le está encomendada, De esto que podríamos llamar la socialidad de 1: condición humana sólo queda en el mundo actual el espectro de una abstracción porque los núcleos sociales se han disuelto y las sociedades son como arenales en los que tanto da que cada uno esté donde está o en cualquier otra parte.
La adscripción a que me refería es apenas la rúbrica de un esquema teórico, nunca un lazo vital. Y bien, esto no ocurre sin funestas consecuencias, tanto para la sociedad como para cada uno. de nosotros. Es tarea de salvación reaccionar de todos modos. Confiemos en que esta reacción sea en lo que nos concierne, uno de los modos posibles y no por cierto de los menos fecundos si la comunidad viva en que esta ceremonia convierte a la ecmunidad teórica consistente en tener un oficio común, fuera también capaz de engendrar amistades.
Personal de la Justicia:
También a vosotros llega en este día inicial de las tareas que 08 son propias el saludo de la Corte Suprema; también vosotros sois llamades en él a renovar la conciencia de la misión y la responsabilidad de la justicia que también están puestas en vuestras manos, La dignidad de la justicia depende de la dignidad de cada uno de sus empleados y debe resplandecer por de pronto en vosotros, pues de vosotros recogen la primera experiencia de esa dignidad quienes acuden a su amparo.
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Año: 1949, CSJN Fallos: 213:6
Extraido de : https://universojus.com/csjn/tomo-213/pagina-6
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