- Preclaro, generoso. Leal. Principal, excelente. De ilustre familia. De la aristocracia con título regio o pontificio. Honroso, estimable. Título aragonés, como el de duque u otro honorífico, que desde 1390 quedó subrogado al de ricohombre (v.e.v.).
La etimología de la voz es latina, de nobilis o de noscibilis, conocido, o digno de serlo. Antes que nobles fueron llamados defensores, porque con esfuerzo, honor y poder tenían que defender la tierra o nación; más adelante fueron designados como caballeros, pero no por andar a caballo, sino por las honras que sobre los demás defensores recibían, y por la calidad de ser el elegido uno de cada mil. De atenernos a la misma letra de las Partidas, no es tan encumbrado el origen de la nobleza; pues afirma que eran elegidos por nobles los más sufridos para la guerra; los acostumbrados a herir, para matar mejor y vencer a sus enemigos; los crueles* para no apiadarse de los robos, heridas y muertes de sus enemigos; y los de miembros perfectos, para manejar las armas y pelear con agilidad. Por tal causa eran preferidos por caballeros los cazadores, herreros, carpinteros, carniceros y otros de oficios que harán ruborizar a alguna de sus nietas engalanada con corona ducal; y tal preferencia se fundaba en el uso de herir, en la tosquedad y fuerza de las manos; en la costumbre de matar y derramar sangre, aun no humana.
Ulteriormente, la nobleza encontró otra cantera: la económica, todavía explotada hábilmente por la tradicional Inglaterra, que no vacila en hacer al menos vizcondes a los acaudalados industriales. Entonces los nobles debían tener algo, que era lo mismo que bienes o hacienda; y de ahí los hijosdalgo y, por abreviación, los hidalgos. También han sido conocidos por gentiles, por la gentileza de su linaje y modales.
Social y políticamente, desde la Edad Media inclusive hasta el triunfo del liberalismo en el siglo xix, la condición de noble poseía enorme trascendencia. Quien lo era, o era tenido por tal, pertenecía a la clase superior de la sociedad, en contacto con el soberano, y con derecho a gozar de innumerables privilegios, franquicias, excepciones y honores. El noble actual )donde subsiste) lo es casi siempre por nacimiento de familia con título de nobleza (de duque, marqués, conde, vizconde, barón y otros menores, como el ricohombre, hidalgo, entre muchos). Los nobles solían ser promovidos a esa jerarquía por hechos de armas, por gratitud de la corona ante otros servicios especiales, y alguna rara vez por méritos auténticos y pacíficos.
Los nobles no pagaban tributos plebeyos, aun cuando contribuían en otra forma; como en los tiempos medioevales, cuando habían de llevar y costear hombres de guerra a la emprendida por el rey. No cabía encarcelarlos por deudas civiles, ni someterlos a tormento, ni obligarlos a que se desdijeran. Todavía, una Real Cédula esp. de 1828, entrando en extrañas sutilezas, disponía que los hidalgos condenados a muerte debían sufrir esta pena en garrote noble; a diferencia de los reos comunes, que la sufrían en garrote vil o infamante.
En la actualidad, nobleza y aristocracia (v.e.v.) no pasan de un recuerdo más o menos digno, según las estirpes y sus hazañas, del pasado. Las Constituciones y, donde no, las costumbres han llevado a establecer la igualdad de todos ante la ley, con los mismos derechos y deberes electorales, civiles y contributivos; con idénticos derechos para el desempeño de los oficios públicos. Quizás quede en contra de los nobles el impuesto que, por sus títulos nobiliarios, deben pagar, ya anualmente o al transmitirse la dignidad, en ciertos países monárquicos, (v. PATRICIO, PLEBEYO*.)
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