- La que reprime las acciones perniciosas: el dolo y la mala fe, el daño material o espiritual, toda clase de perjuicios y los atentados contra la moral o las buenas costumbres.
Escriche, al contraponer la ley coercitiva, la que señala penas, a la remuneratoria, la basada sobre premios, para fomentar las acciones útiles para la sociedad, traza un paralelo muy atinado. Las leyes remuneratorias son débiles y costosas; las coercitivas Son más fuertes. No resulta tan fácil, a través de la ley, aplicar una recompensa como una pena; porque el legislador no tiene tantos medios para premiar las acciones conforme a la ley, que son la mayoría, como para castigar las contrarias a ella. Las recompensas suelen usarse cuando se trata de excitar a los hombres a algún acto ordenado por la ley, cuando se quiere promover servicios muy extraordinarios (sacrificios inmensos, como el de la vida ta las guerras) y las acciones de gran utilidad que no pueden cumplirse sin grandes riesgos y cuando se trata de impulsar el progreso de las artes y de las ciencias. A veces, una misma ley es coercitiva o punitiva en caso de desobediencia, y remuneratoria en caso de sumisión; como cuando se amenaza con una pena al que oculta un delito que se manda revelar al magistrado, y se promete una recompensa a quien lo descubra.
[Inicio] >>