- En sentido recto, el que no usa camisa,-y, por extensión inmediata, el mal vestido o muy pobre. De ahí se ha derivado la acepción política, empleada en distintas épocas históricas y en diversos pueblos. En todas las ocasiones, la palabra, surgida como improperio y desdén, se ha vindicado paradójicamente por los "ofendidos", que luego la han usado casi como honorífica.
En primer término se ha empleado esta palabra española para -traducir la francesa "Stms culotte" (más propia, pero menos decorosamente, "despantalona- do"), que constituyó la calificación despectiva dada por los partidarios del régimen feudal derrocado en 1789 a la fuerza popular que tomó la Bastilla y fué protagonista o impulsora de los demás episodios gloriosos o terribles de la Revolución francesa, y que se hallaba integrada en su mayoría por las clases más modestas y, en consecuencia, peor vestidas de la sociedad, tan escasas de medios económicos como sobradas en ocasiones de ideales.
El vocablo se aclimata rápidamente en España, y así lo aplican los engreídos absolutistas, que secundaban al mal recordado Fernando VII, con la pretensión de injuriar a los liberales que defendían el monumento político, indiscutido ya, de la Constitución aprobada en 1812. por las Cortes de Cádiz.
Más recientemente, en la República Argentina, el término descamisado se reivindico por los partidarios y vencedores de la Revolución de 1943, para referirse a sus numerosos adictos entre los sectores más modestos del país.
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