- El que pretende predecir con infalibilidad el futuro, desentrañar el pasado u obrar algún prodigio. Hoy, aun no desaparecidos los adivinos, mueven a ironía donde la cultura está difundida; pero en la Antigüedad, y más aún en la Edad Media, por combinación de las narraciones mitológicas con los milagros cristianos, y los libros pro- féticos de la Biblia, los adivinos constituían verdaderas plagas, generalmente como profesión lucrativa además. Las Partidas les dedican amplios preceptos. Dicen de ellos, llamados además agoreros, sorteros o hechiceros, que aseguran lo que está por venir, prometen la salud o las riquezas, el amor o desamor, usando de varios embustes y adivinanzas, cuales son: agüeros de aves; estornudos; palabras que llaman proverbios; suertes; hechizos de metal, cera u otra cosa; encantamiento; cercos; ligamiento de casados; catar en agua, en cristal, en espada, en espejo o en otra cosa lucia; en cabeza de hombre muerto, o de bestia o de perro; o en palma de niño o de mujer virgen, y otras (Part. -VII, tít. XXIII, ley l1, que la Nov. Recop. copió en su libro XII, tít IV).
Las penas eran severísimas: la muerte para los adivinos; el extrañamiento perpetuo para sus encubridores; la pérdida de la mitad de sus bienes para los que a ellos acudieran o los creyesen; privación do oficio y de la tercera parte de los bienes para los justicias que descuidaran su castigo. Posteriormente, la pena de muerte se conmutó por la do azotes para los hombres; y por la de exhibir con coroza y emplumadas a las mujeres.
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