- Denominación del imperialismo alemán, cual doctrina política y como movimiento tendente a agrupar en un solo Estado, dé espíritu prusiano, a todos los pueblos alemanes o que lo hayan sido. Además del territorio estrictamente alemán, en las aspiraciones pangermánicas se incluyen, por la raza o por el idioma, por afinidades raciales o vestigios de unidad histórica, toda Austria, las regiones flamencas de Bélgica y Holanda, .Luxemburgo, el Sarre, Alsacia y Lorena, la Suiza de idioma alemán, el principado de Licchtenstein, varias regiones húngaras, la mitad occidental de Polonia, la totalidad de los países escandinavos y diversos territorios yugoslavos, rumanos, búlgaros y ucranianos, donde existen importantes colonias alemanas, entendidas como grupos establecidos de pobladores, que conservan el idioma alemán y ún sentimiento patriótico fervoroso.
Las raíces históricas del pangermanismo se remontan al dominio que los pueblos bárbaros ejercieron sobre la casi totalidad de Europa en la segunda parte del primer milenio de la era cristiana. Posteriormente, el Sacro Imperio Romano abarcó la mayoría de los pueblos que los imperialistas alemanes pretenden reagrupar. En el curso del siglo xix, el triunfo de Prusia sobre Austria en 1866, y el de la Confederación Germánica sobre Francia en 1870, restablecieron el Imperio Alemán, que afirmó su predominio en la Europa central y se dispuso, con la suicida agresión de 1914, a lanzarse a la conquista de la hegemonía mundial, tras el pretendido pero frustrado avasallamiento de Francia y el de Inglaterra. Ese movimiento doctrinal encontró acogida muy favorable en las provincias austríacas de lengua alemana, las mismas en que había de nacer y formarse Hitler.
En el campo doctrinal, y con posterioridad a la .Primera guerra mundial, el campeón del pangermanismo fué Alldeutscher Verbandl.
Aprovechando la pasividad de los aliados, luego- de su victoria en 1918, el pangermanismo volvió a cobrar fuerza y a convertirse en la amenaza del mundo con la creación y auge del nacionalsocialismo (v.e.v.).
Hitler, austríaco y germanófilo fanático, parecía el hombre indicado para darle cuerpo al ensueño pangermánico. Y en efecto, empezó por adquirir la nacionalidad alemana, para poder conseguir la jefatura absoluta del Reich. En pasos agigantados, recupera el Sarre, por plebiscito; se anexiona Austria; arranca pedazos del Estado checo, al capitular De- ladier y Chamberlain en Munich en 1938. Luego de 1939 y hasta 1943, en el frenesí de conquistas iniciales vertiginosas, no sólo se concreta el pangermanismo, amo absoluto* de Europa desde el Cabo Norte a los Pirineos y desde el Canal de la Mancha hasta los límites ambicionados en el oriente europeo, sino que penetra en el corazón mismo de Rusia y alcanza las puertas de Leningrado y de Moscú y las abruptas cimas del Cáucaso en los linderos del Asia.
Con la derrota, el final y la humillación del pangermanismo; que por irrisión de la historia ve ahora en su solar indiscutido el espíritu »de la división nacional, porque la rivalidad de sus vencedores lo ha sometido a implacable reparto, que sujeta a dispares influencias y a una frontera real el cuerpo de Alemania que, aun así, no renuncia a los ensueños pan germánicos, por su espíritu militarista y por la creencia de su superioridad sobre todos los pueblos del mundo.
[Inicio] >>