- Finca rústica de dimensiones tan reducidas, que su explotación resulta antieconómica, además de no bastar para la subsistencia de su propietario.
No toda pequeña propiedad agrícola, aun siendo minifundio por su extensión, resulta condenable. Tal es la situación de la riquísima huerta valenciana o «murciana en España, que por su extraordinaria productividad, al combinar la excelencia de la tierra, la conciencia del trabajo y la abundancia de riego, rinde para sostener a una familia, y aun para cierta holgura sin disponer más que del terreno que se recorre en unos minutos por todos sus linderos.
Dentro del campo español, este mal se siente en. el Noroeste, en Galicia sobre todo; en donde la explotación del suelo se concentra en la ganadería o en los cereales, de tardo crecer y escaso margen de beneficio. Todo ello agravado con pesados gravámenes encima, como los de los foros.
Este problema agrario se contrapone al del latifundio (la finca que la. vista no abarca, y mal explotada), predominante en Andalucía y Extremadura* en parte por las condiciones agrestes o de secano del suelo, que no tolera cultivos delicados; y también como residuos de señoríos o subsistencia de señoritismo ocioso, no incitado a obtener mayores beneficios por la suficiencia de sus rentas actuales.
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