- Lo caracteriza Escriche como el negocio en que se da dinero a cambio de una letra fingida, que no se ha de cobrar en el lugar que se indica, sino en el mismo en que se ha librado, para obtener así oculta o disimuladamente el lucro o interés del dinero, como si mediara una letra de cambio verdadera. Por ejemplo, el girar una letra contra alguien, en otra plaza, que no es corresponsal ni deudor del librador, por lo cual el protesto se ha de producir automáticamente y justificadamente, al no aceptarla el librado. De esa forma, quien entregó el dinero, enjugar de cambista es prestamista, que logra el interés del cambio, y a veces el de recambio.
El nombre de cambio seco es metafórico, por carecer de la humedad de la justicia, por la simulación y por la usura que suele encubrir, (v. CAMBIO REAL.)
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